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Opiniones

Comprar una casa en lugar de un apartamento, un deseo difícil de realizar en el Gran Santo Domingo.

Por Lic. César Fragoso. Asesor Inmobiliario
A los dominicanos nos gusta vivir en una casa que tenga su patio y así poder sembrar
matas de mangos, guanábanas y demás frutas comestibles.
Los gallos y las gallinas, los perros, cerdos, guineas y demás animales domésticos forman
parte de lo que nos gusta tener en los patios.
Esas costumbres que llevamos muy arraigadas, son la herencia que tenemos de nuestros
abuelos, muchos de los cuales tuvieron la dicha de vivir en la ciudad romántica de Santo
Domingo, en la época en la que Gascue era el centro de todo, y lugares como Naco, Bella
Vista, Evaristo Morales, Ensanche Quisqueya, etc, eran considerados como las afuera del
área metropolitana siendo las zonas del maroteo en la búsqueda de mangos en las fincas
cercanas a la ciudad.
En ese tiempo, al Ensanche Ozama y a Villa Duarte se les decía “de aquel lado”, como
una forma despectiva de referirse a tener que cruzar el Río Ozama.
Los Mina, era una de las partes más paupérrimas de La Capital, no existía ni siquiera
Alma Rosa Primera y el resto de los más de 114 barrios que hoy conforman a Santo
Domingo Este, eran grandes fincas y solares baldíos.
Yo recuerdo todo lo que tenía que pasar para tratar de vender un solar por la Autopista
San Isidro ya que, a partir de la Charles de Gaulle y con excepción de algunos moteles
que había en el lugar, todo lo demás era “monte y culebra” y se hacía casi imposible
entrar en vehículos unos metros más allá de los laterales de la autopista que lleva a la
base aérea militar.
En épocas más recientes, ese deseo de tener una casa, nos llega de parte de nuestros
padres que dejaron sus viviendas y sus pueblos del interior para venir a vivir en la Capital
o de los que emigraron a otros países y anhelan regresar de retirada a esta hermosa
tierra del merengue, el mejor azúcar del mundo y los más hermosos paisajes tropicales.
Las cosas han cambiado bastante en los últimos años.
Aquellas zonas arriba señaladas, hoy están repletas de edificios, locales comerciales, y
grandes plazas.
Las pocas casas que quedan, son vistas con ojos mercantiles por los ingenieros
promotores, los cuales no ven en ellas la historia que acabo de describir y solo piensan en
destruirlas para construir edificios de apartamentos.
En cualquier lugar de la zona urbana, nos encontramos con proyectos de apartamentos
en los terrenos donde hace apenas unos años había lindas casas con maravillosos patios
llenos de todo tipo de árboles.
Las calles por donde transitaban algunos vehículos de vez en cuando, en la actualidad
viven entaponadas pues, en una cuadra donde antes había 5 casas y quizás 10 carros en
sus respectivas marquesinas, hoy tenemos 5 edificios de 10 o más apartamentos cada
uno y posiblemente más de 100 vehículos, de los cuales, menos de la mitad cuentan con

un estacionamiento en el área interna del condominio y los demás son aparcados en la
misma calle donde hace poco solo había, quizás, 10 autos.
Este acelerado crecimiento demográfico ha ido poco a poco eliminando las posibilidades
de que nuestra gente pueda vivir en una casa y ha llevado a la mayoría de la población,
muchos a regañadientes, a tener que vivir en un apartamento.
Un elemento de la Ley de la Oferta y la Demanda que se suma a esta situación, es el
aumento desmesurado del valor de la tierra.
El exceso de demanda de solares para la construcción de edificios, ha aumentado de
manera desproporcionada los costos de construcción y, por ende, los precios de los pisos
que se hacen en los escasos terrenos disponibles donde, todavía, quedan algunas casas,
las cuales, por más hermosas que sean, o tengan una linda historia familiar, son
consideradas como una “peora”, pues deben ser destruidas para dar paso al desarrollo de
un proyecto de apartamentos.
Para que tengan una idea, hay lugares del Distrito Nacional, en los cuales, solo un
parqueo, estacionamiento, aparcamiento, o como usted le quiera llamar, llega a tener un
valor por encima de los dos millones de pesos.
Ante esta situación, aquellos dominicanos y dominicanas que sueñan con tener una casa
en las zonas cercanas al centro de la ciudad, si tienen la suerte de conseguir una, la
deben pagar a los precios actuales, los cuales son inalcanzables para la inmensa
mayoría.
Hay algunos sectores donde no está permitida la construcción de edificios y esto, aunque
disminuye un poco el valor del terreno, pues tiene menos demanda, no significa que se
pueda conseguir una casa de precio económico, debido a que son lugares privilegiados,
donde los valores de las viviendas son altísimos debido a la exclusividad del lugar y a las
grandes residencias que hay en los mismos.
Las tierras existentes en las zonas que están en acelerado proceso de desarrollo
inmobiliario como son las cercanas a las avenidas Jacobo Majluta en Santo Domingo
Norte y a la nueva Ave. Ecológica, en Santo Domingo Este, están siendo destinadas a la
construcción de grandes residenciales de apartamentos, para de esa manera sacarles
más provecho, lo que, de manera automática, también aumenta el valor de los pocos
solares que van quedando disponibles.
Esta situación, desmotiva a los promotores a construir viviendas individuales, ya que los
precios finales de venta son muy elevados y los posibles compradores son cada vez más
escasos.
Esto lleva a quienes se empeñan en vivir en una vivienda unifamiliar a tener que
arroparse hasta donde la sábana les alcance, por lo que, los que sus condiciones
económicas se lo permitan, pagaran el precio que sea por la casa que Dios les ayude a
encontrar en el Gran Santo Domingo.
Algunos se verán obligados a irse a vivir en las afueras de la ciudad, en lugares como
Lomas Linda por la Autopista Duarte, a los pueblos cercanos a la Capital, como San
Cristóbal y Baní por el Sur o San Pedro de Macorís por el Este.

Otros, sobre todo los que residen fuera del país y vienen de retirada, sencillamente
volverán a vivir a sus pueblos natales y allí podrán tener ese maravilloso y anhelado patio.
Los más pudientes, tienen la opción de comprar una Villa en Punta Cana o en cualquier
lugar turístico del país y, los que puedan y quieran construir sus casas, podrán adquirir un
solar como los que se venden cerca de la nueva Embajada Americana donde el metro
cuadrado cuesta US$250.00 con un tamaño promedio de 500 metros, por lo que solo el
solar tiene un costo de US$125,000.00, unos RD$7,312,500.00.
En definitiva, ese pensamiento de tener una casa con un agradable y fresco patio, es algo
que se hace cada día más difícil y ha cambiado la manera de vivir de los dominicanos
residentes en las principales ciudades del país.
“El Lic. César Fragoso es Asesor Inmobiliario con más de 35 años de experiencia en el sector de los Bienes Raíces
de la República Dominicana”.

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